Antena Aire utilizó la escritura y la construcción de espacios multilingües como conductos para una práctica de activismo creativa y colectiva que reimagina el poder del lenguaje. Antena Aire operó allí donde se intersectan múltiples campos de experimentación artística y política: la escritura, la práctica social literaria, la interpretación, la traducción, la justicia de lenguaje, el performance, la instalación, la creación de libros, las intervenciones públicas y la pedagogía radical. En cada uno de estos campos encontramos un contexto, un vocabulario y un conjunto de principios. No hicimos mayor distinción entre nuestro trabajo artístico y nuestro trabajo de organización; para nosotrxs, el propósito del arte consiste en generar alternativas a la manera dominante y monolingüe que hay en Estados Unidos de abordar la literatura, la construcción de comunidad y la performance en la esfera de las calles. Algunos de los principios centrales de nuestro trabajo fueron:
La justicia de lenguaje es justicia social.
Es un derecho humano básico de toda persona el poder hablar en la(s) lengua(s) en la(s) que se siente más cómoda en un momento determinado. El propósito de crear un espacio multilingüe dinámico y funcional es permitir que las personas se expresen en la lengua que prefieran, sea cual sea, y que otras personas en la sala puedan escuchar y entender lo que dicen, sea que hablen o no el mismo idioma.
La lengua es un elemento crucial del proceso de lucha por una sociedad más justa. Con excesiva frecuencia sucede en los movimientos de justicia social — y ello a pesar de nuestras mejores intenciones— que reproducimos las mismas formas de dominación lingüística que operan en la cultura dominante; en Estados Unidos, como en buena parte del mundo, el inglés ocupa esta posición dominante. Antena Aire se propone crear espacios donde se valoran y aceptan todas las lenguas. Nuestro trabajo busca animar formas de escucha que nos llevan más allá de las fronteras de lo que ya sabemos, y fomentar una conversación honesta en la que se celebren la inmensa multiplicidad de lenguas y modos de expresión.
Al ser residentes del suroeste y del oeste de Estados Unidos —territorios que alguna vez formaron parte de México— somos también conscientes de que en esta región hay conflicto y competencia entre dos lenguas coloniales: el español y el inglés. Yendo más lejos, tenemos claro que las ciudades donde vivimos y trabajamos son tierras indígenas. En el pasado existieron aquí cientos, por no decir que miles de lenguas, y muchas lenguas indígenas aún prosperan pasados ya más de 500 años desde la conquista. La creencia de que todas las lenguas merecen que se las valore, escuche, aprecie y honre es central para la justicia del lenguaje.
El lenguaje es una herramienta para transformar el pensar y empoderar la acción.
El lenguaje es una herramienta poderosa e íntima de la que podemos valernos para imaginar y poner en acto nuevas maneras de ser en el mundo y de relacionarnos con otras personas. En un espacio multilingüe algunxs hablantes monolingües del inglés (o de otras lenguas dominantes) encontrarán quizás por primera primera vez la oportunidad de escuchar en vivo y en tiempo real a una persona que se expresa en otro idioma. En un espacio multilingüe algunxs hablantes de idiomas no dominantes encontrarán quizás por primera primera vez la oportunidad de hablarle de manera abierta y pública en su propia lengua a personas que no la comparten. La escucha puede conducir a la transformación: un espacio multilingüe genera un entorno donde esta transformación puede ocurrir.
Los espacios multilingües no excluyen a nadie: ningún lenguaje se define como dominante.
En un espacio multilingüe organizado según los principios de la justicia de lenguaje cualquier persona que no domine o se sienta cómoda en todas las lenguas habladas en ese espacio podrá contar con intérpretes. Nuestro propósito no es ofrecerle interpretación a quienes no hablan inglés; más bien, nuestra presencia como intérpretes busca facilitar una conversación entre participantes que no comparten una sola lengua. Cuando decimos que puede contar con nosotrxs cualquier persona que no domine las lenguas que se hablan en una sala —en vez de decir que estamos allí para “ayudar a quienes no hablan inglés”— desestabilizamos aquellos sistemas que le dan prerrogativa a una lengua dominante y marginan a las demás, en vez de priorizar la comunicación entre todxs los participantes desde una variedad de lenguas.